6 ene 2011

D.

Diariamente lijaba sus brazos, para que el peso no estorbara mientras aniquilaba miles y miles de pequeños puntos azules, si, volando detrás, a veces en ese punto ciego donde las extremidades no alcanzan. Sin embargo busco la manera, si cortaba un brazo, y con el otro tomaba su extremidad amputada, no habría problema alguno para llegar allí .Rápidamente puso en marcha su empresa, busco en el segundo, no, el tercer cajón del gabinete negro, lijado por él mismo, del ébano que encontró un día en el bosque, extraña madera, pensaba mientras que se llevaba algunos troncos, quién los dejaría en este lugar?, no importaba, el bosque está muy lejos de cualquier lugar y muy pocos entran y dejan madera si no es para no volverla a ver. Dónde?, pero, Dónde?, se preguntaba mientras de manera apurada, tal vez por el dolor de las mordidas, tal vez por aquella punzante idea de poder encontrar la solución en ese instante, además, crecerá de nuevo muy pronto, tres o cuatro meses, por mucho, y el dolor no es suficiente para desmayarme, además, el líquido oseo es un buen repelente de... un momento, tantos siglos sin nombre alguno para el martirio, detuvo su soliloquio para poner un buen nombre, bueno, son pequeños, azules, muerden como mil demonios y siempre se mantienen atrás, definitivamente, son recuerdos...
el brazo afuera, los recuerdos muertos y la espera de la nueva extremidad terminaron por desangrar al ebanista del bosque de los sueños.

sobre el puente

quemase adjunto el sobre que contenia la palabra perfecta...
el hombre subio al monte de los blancos prados y frias mañanas,
y alli durmio, durmio dias y noches, durmio al fin y durmio para
siempre, el eterno sueño de conocer la verdad..